UN ROSARINO EN BUENOS AIRES
Nos regresamos a
la Argentina, pueblo de grandes juglares y trovadores de nuestra América
Latina; particularmente a Rosario, tierra del Che Guevara y su prédica
revolucionaria.
En esta ciudad,
35 años después de nacido Ernesto Guevara, aterrizaría uno de los genios
musicales de la bandera celeste y blanca, que no es trovador en las formas pero
sí en fondo cuando se sienta frente a su piano para contarnos historias
envueltas en canciones, ya por más de tres décadas y más de veinte discos.
Es en el contexto
de la denominada movida rosarina, movimiento de rock underground, donde Páez se
integra a la banda de Juan Carlos Baglietto como tecladista junto con su amigo
Rubén Goldin. Con Baglietto, además de arreglista colabora con varios temas en
las producciones “Tiempos difíciles” y “Actuar para vivir”. El disco Tiempos difíciles “…fue presentado durante la guerra de Las
Malvinas en el Estadio Obras Sanitarias el 14 de mayo de 1982, en un recital
histórico que se considera como el momento fundador de la llamada Trova
rosarina.”
“La Trova rosarina es el
nombre con que se identifica a una generación de músicos de la ciudad de
Rosario en Argentina, surgido a comienzos de la década de 1980. El movimiento
se caracterizó una variedad de propuestas innovadoras para la música popular,
con raíces en el rock, el tango y el folklore.”
En 1983 se
incorpora a la banda de Charly García para la gira del disco “Clics modernos” y en 1984 participa en
la grabación de “Piano Bar”. Es
cuando conoce a su primera pareja sentimental, Fabiana Cantilo, corista de la
banda. Este año también marca su carrera como solista con un contrato firmado
con EMI y la aparición de su primer álbum llamado “Del 63”
Hay tres temas
que me gustaría comentar de este primer disco en los que encuentro una
constante que está enraizada en la visión que Fito tiene de la música y a mi
juicio, lo hace un Trovador rockaroleando.
En “Rojo como un corazón” nos dice en
una de sus líneas “no es cuestión de acordes ni de ritmos” y agrego, sino
del proceso de creación, del matrimonio y compromiso del artista con la
estética musical e lirica que busca el punto de encuentro en la ecuación música
público. En “Canción sobre canción” nos habla de la letra, el pentagrama, la
inspiración y los sonidos de los instrumentos en ejecución junto con la voz…
idilio, vida del cantautor que trabaja para su público. La recompensa con el
tiempo es el reconocimiento masivo sin que el artista haya sacrificado
convicciones ante las exigencias del mercado. Por último, “La rumba del Piano”
es un reconocimiento a esa pareja, compañero de teclas marfil y ébano con larga
cola y voz propia lo mismo llena de energía que de dulce melancolía o
nostalgia. No puedo dejar fuera la canción homónima del álbum, una crónica que
hace la glosa de los veinte veintiún años que ya han pasado al día de su
alumbramiento.
En su segunda
producción “Giros” hay dos temas que
pasan los años y no pierden un segundo de vigencia. Se escuchan tan frescos
como hace 28 años: “11 y 6”, una
historia probable romántica y universal que así como inicia termina, de lírica
sencilla y esperanzadora, llena de la ternura de dos enanos y la fortaleza del
Olimpo; una lluvia de imágenes a cada nota entonada por voz o piano.
“Yo vengo a
ofrecer mi corazón” uno de los temas más interpretados, y en ese sentido
homenajeado. Ana Belén, Eugenia León, Pablo Milanés, Martirio, Mercedes Sosa se
cuentan entre las voces que han dado vida a este tema.
De momento
llegamos al final de esta entrega que será la primera de varias más porque
hablar de Fito Páez: de su música, su lírica y lo que de trovador hay en su
trabajo como cantautor no se agota en estas líneas.
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