Hola mis queridísimos compañeros de
aventuras trovadorescas juevecinas. Hoy vamos de regreso a nuestro querido
México con uno de los trovadores o canta autores –como a ustedes mejor os
parezca llamarles- contemporáneos, vigentes y de mucha reconocimiento de aquí
al cono sur, pasando por España, por supuesto.
Con más de 30 años de fructífera carrera y
con 19 afortunados discos llenos de hijos en su haber ¡Claro! Si nos atenemos a
la hermosa definición que nos ha regalado de la trova: El matrimonio amoroso de un alma con una guitarra, en donde la
consecuencia lógica de esta unión, de tamañas dimensiones, son los hijos… las
naturales canciones. Que por cada idilio materializado en álbum entregado,
siempre encontramos algo digno de la mezcla armónica pero siempre ambivalente
entre Alejandro Gómez el hombre y Alejandro Filio el artista.
Alejandro Filio desde los 16 años encontró
su vocación de trovador y desde entonces ha venido haciendo de las expresiones
de los sentimientos -los de él y los demás, de las emociones que siempre
sacuden a un alma, de las reivindicaciones sociales de nuestro México y de
nuestra américa y del mundo, de la conciencia siempre en evolución desde su
adolescencia hasta estos momentos de madurez que vive: su trabajo.
Un trabajo que ha logrado mantener con
dignidad la plenitud de dos pilares que desde muy joven pacto consigo mismo:
estética y ética. Definiciones de vida que responden antes que a otra cosa al
hombre congruente, que alimenta al artista comprometido.
Un trabajo a partir del híbrido conformado
de melodía y mensaje; de la hibridación de sus notas musicales emanadas de la
guitarra por un lado y de la poética que como buen observador de si y de su
entorno, brota a golpes inspiración por otro.
Un trabajo que en la sencillez del mismo
puede encerrar la complejidad de su misión: “Ambientar
las cosas importantes que hay que decir” puesto que “todos tenemos un amor, un tiempo para dar, un ciclo.” Y ese amor
es quien nos conduce a señalar lo que marcha mal. Es quien pone cimiento a la
ética para hacer lo correcto y a la estética para hacer lo bello. Es el amor
necesario para sumarnos a la protesta o hacer las propuestas; para alejarnos
cuando los ciclos terminan dando oportunidad a los nuevos regalos que nos
llegan; para aceptar los designios que no están en nuestras manos y construir
con nuestros hermanos lo que está en nosotros. El amor… fraternidad que no nos
permite claudicar cuando se trata de conquistar sueños y compartirlos.
Es como dice Filio con ese lenguaje de
creador: “La materia del trovador es muy
extraña, incluye una forma tozuda de ser, rebelde; al mismo tiempo una forma
amorosa, sincera, congruente y fiel… los trovadores somos cronistas de lo que
sucede, eso es la trova, la trova habla de verdades.”
La música en sus palabras: “es la manera más perfecta de expresión, es
su encuentro con el mundo, es su forma de existir y ser” y él, como todo
buen trovador va haciendo suyo lo que lee del mundo generando procesos de
identificación y simpatías que van constituyendo el sentido del noble oficio
del trovar, una y otra vez más, recogiendo pedacitos de realidad para
compartirlos, con sus convidados, envueltos en esos maravillosos cantos.
Para quienes somos unos enamorados de la
luna, amantes de los rumores de la madrugada e masoquistas amantes del insomnio
esta entrega de su primer producción de 1988 “Hay luz debajo”: “Luna llena”.
De su álbum “Filio” de 1991 está
puntual crítica al hermano lobo del Tío Sam.
Quizás uno de los sueños… proyectos más
acariciados e importantes en su carrera y que fue concretado en 1998: tenemos “Un
secreto a voces”. En él, lo acompañan trovadores de Cuba, España y
Argentina y la juglar peruana Tania Libertad. “No te cambio”, acompañado de Santiago Feliú, es una canción
evocadora de ese idilio entre la creación donde no se sabe si habla a su musa o
a su otra inseparable compañera. Da igual, porque la belleza del tema con la
mancuerna de las emotivas voces nos lleva a viajar tras ellas en dulce entrega,
montados en su lírica llena de su suave melodía en íntimas cuerdas.
Y de su última entrega de 2011 “Buscando
el alma”, un ejercicio de introspección como lo sugiere el título del
miso álbum, ésta última canción “Olvidaba
decirte”. Imposible no identificarse para aquellos que han perdido a quien
les dio el ser. Una bella canción que alivia el alma que se quedó con tantas
cosas… con tantos secretos y tantos decires que en un acto de contrición apenas
se puede encontrar algo de aliviador desahogo.
En otra entrega volveremos a él porque
aunque hay pocas cosas que se probablemente quedaron en el tintero, siempre es
importante terminarlas de decir.